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Hepatitis crónica y regeneración hepática: una alimentación adecuada puede ayudarnos.


miércoles 3 julio 2024


Hepatitis crónica y regeneración hepática: una alimentación adecuada puede ayudarnos

La hepatitis crónica comprende un grupo diversificado de trastornos caracterizados por un proceso inflamatorio del parénquima hepático presente durante al menos 4-6 meses. A nivel hepático se observa necrosis y apoptosis celular, asociadas a infiltración inflamatoria de tipo mixto (a menudo con predominio de linfocitos y células plasmáticas). Con el agravamiento del daño hepático, pueden desarrollarse fibrosis (sustitución del parénquima por tejido fibroso) y posteriormente cirrosis.

A menudo resulta difícil determinar su etiología, pero entre las causas más comunes se encuentran la acumulación anormal de cobre en el hígado, el daño hepático inducido por fármacos (sulfadiacina, fenobarbital, amiodarona, carprofeno), toxinas o agentes infecciosos (leptospirosis).

Los signos clínicos son muy variables según la gravedad del daño hepático y, muchas veces, en las etapas iniciales el animal puede estar completamente asintomático, lo que dificulta un diagnóstico precoz. En los casos más graves, se pueden manifestar anorexia, vómitos, diarrea, pérdida de peso, poliuria, polidipsia, ascitis y, más raramente, signos neurológicos de encefalopatía hepática.

El diagnóstico definitivo requiere un examen histológico del tejido hepático; sin embargo, los análisis de laboratorio pueden proporcionar indicaciones útiles sobre la presencia de daño hepatocelular. Generalmente, las primeras alteraciones observadas son un aumento de los valores de ALT y AST. A estas pueden asociarse hipoalbuminemia y/o hipocolesterolemia, que generalmente aparecen cuando la insuficiencia hepática se vuelve irreversible.

El examen hemograma resulta poco útil y a menudo no presenta alteraciones. Las alteraciones, cuando están presentes, incluyen anemia normocrómica, normocítica no regenerativa, leucocitosis y trombocitopenia.

El hígado realiza numerosas funciones fundamentales en el organismo, incluyendo funciones digestivas, de desintoxicación, de síntesis, de excreción, catabólicas y de almacenamiento (de vitaminas y minerales). Además, está involucrado en el metabolismo proteico, lipídico, de carbohidratos y de vitaminas, y tiene la gran ventaja de ser capaz de regenerarse.

Los principales objetivos de la gestión nutricional de un paciente con hepatitis crónica deben ser reducir la inflamación, preservar la funcionalidad hepática y estimular la regeneración, buscando, cuando aún sea posible, evitar que el daño hepático se vuelva irreversible (cirrosis hepática).

Además, una alimentación adecuada permite administrar una cantidad adecuada de nutrientes, corregir posibles desequilibrios nutricionales, mantener una buena condición corporal del animal y contrarrestar la aparición de una sintomatología clínica grave.

El punto de partida, como siempre, debe ser el cálculo de los requerimientos energéticos del animal, que debe basarse en una evaluación cuidadosa del sujeto y de su puntaje de condición corporal, ya que, según el sujeto y el estadio de la enfermedad, el veterinario puede encontrarse frente a situaciones completamente diferentes: desde un animal con sobrepeso hasta un sujeto debilitado. El objetivo debe ser devolver al animal a su condición corporal ideal, lo que en algunos casos puede significar limitar las calorías a administrar, mientras que en otros puede ser necesario aumentar las necesidades energéticas en comparación con las de mantenimiento.

En los sujetos que presentan disorexia o anorexia, es recomendable ofrecer comidas muy apetecibles, pequeñas pero frecuentes (3-6 veces al día) y servidas a temperatura ambiente.

PROTEÍNAS y AMINOÁCIDOS
Las proteínas son fundamentales para la regeneración hepática y su restricción debería reservarse solo para los sujetos que presentan signos de encefalopatía hepática.

Un error frecuente es el uso de alimentos comerciales "hepáticos" caracterizados por un bajo contenido de proteínas en sujetos con hepatitis crónica sin síntomas neurológicos o que no están en una etapa terminal.

Generalmente, en el curso de hepatopatías crónicas, las proteínas deberían representar el 17-20% de la energía metabolizable administrada, ser altamente digeribles y de elevado valor biológico. Algunos autores indican como cantidad mínima al menos 5 gramos de proteínas (NO del ALIMENTO utilizado como fuente proteica) en el perro y 6 gramos en el gato por kilo de peso metabólico.

La fuente proteica debería elegirse, además de por su elevado valor biológico y su digestibilidad, también en función de su contenido en cobre. Aunque es cierto que en animales con hepatitis crónica sin hepatotoxicidad por acumulación de cobre (evaluada solo a través de una biopsia hepática) no es necesario una restricción verdadera de este mineral, evitar que el animal consuma una cantidad particularmente alta puede ser una buena elección, especialmente si el sujeto también presenta colestasis.

Entre las fuentes proteicas más ricas en cobre se encuentran el cordero, el pato, el cerdo, las vísceras y el salmón, así como la mayoría de las legumbres.

Además, debería controlarse el perfil de aminoácidos de la fuente proteica, favoreciendo los alimentos con alto contenido de aminoácidos de cadena ramificada (BCAA como leucina, valina e isoleucina) y bajo contenido de aminoácidos aromáticos (AAA como fenilalanina, tirosina y triptófano).

La razón radica en la alteración del perfil plasmático de los aminoácidos que se encuentra comúnmente en los pacientes con hepatopatías. De hecho, en estos animales, la relación entre BCAA y AAA resulta significativamente disminuida en comparación con la de un animal sano, aunque hasta la fecha no está clara la razón por la que ocurre esta alteración. En algunos casos, puede ser necesario utilizar suplementos de aminoácidos de cadena ramificada.

Algunos nutricionistas sugieren complementar la dieta con taurina (250 mg-500 mg/día) y arginina (250-500 mg/día).

GRASAS
Una restricción de las grasas está recomendada solo en animales que también presentan obstrucción de los conductos biliares o hepatopatías obliterativas, ya que estimulan la contracción de la vesícula biliar. En todos los demás sujetos, su uso es importante para aumentar la palatabilidad de la comida y aumentar la densidad calórica de la dieta, reduciendo el volumen de alimento a administrar.

En particular, en los pacientes con hepatitis crónica se recomienda la suplementación con omega 3 por su papel antiinflamatorio y su capacidad para disminuir la producción de citoquinas, como el factor de necrosis tumoral (TNF-α) y la interleucina 1 y 6 (IL1, IL6).

FIBRA
La dieta debe contener tanto fibra soluble (como psyllium o inulina), para promover la formación de un pH ácido en el colon y disminuir la absorción intestinal de nitrógeno, como fibra insoluble, que contribuye a regular el tránsito gastrointestinal y reducir el tiempo de permanencia de las sustancias en el intestino, incluidas las tóxicas. El psyllium puede ser suplementado a una dosis de 3-6 gramos por cada 10 kg de peso del animal.

MINERALES Y VITAMINAS
Es esencial que la dieta contenga niveles adecuados de todos los minerales y vitaminas. En particular, debe contener un nivel alto de sustancias con acción antioxidante, ya que, en el curso de hepatopatías inflamatorias, la deficiencia de antioxidantes y la reducción de la producción de antioxidantes endógenos causa estrés oxidativo con aumento de ROS (radicales libres de oxígeno). La perpetuación de esta situación puede llevar a un empeoramiento del daño hepático hasta hacerlo irreversible.

Se debe prestar especial atención al zinc, tanto por su papel central en el metabolismo proteico como por sus propiedades antioxidantes. La cantidad presente en la dieta debería estar entre 4 y 15 mg por kg de peso del animal.

Otras indicaciones útiles se refieren a la cantidad de potasio, que debería ser al menos del 0,8-1% en S.S., y del sodio, que debería mantenerse entre el 0,08% y el 0,25% en S.S.

Finalmente, la suplementación con vitamina E a una dosis de 10 U.I./kg/día es muy recomendable por sus propiedades antioxidantes.

NUTRACÉUTICOS
Entre las sustancias más estudiadas se encuentra la Silimarina. Se utiliza por sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y antifibróticas en el tratamiento de las patologías hepatobiliares, especialmente es capaz de aportar beneficios en caso de hepatotoxicidad, patologías hepatobiliares con colestasis y hepatitis crónica.

La dosis sugerida es de 5-10 mg/kg/día.

Finalmente, otra sustancia comúnmente presente en los suplementos para animales con hepatopatías es la S-adenosilmetionina por su acción antiinflamatoria y antioxidante a nivel hepático.

BIBLIOGRAFÍA:
- Atti 56° congresso annuale AIVPA "fa che il cibo sia la tua medicina e che la medicina sia il tuo cibo" 2017
- Bray TM, Bettger WJ. The physiological role of zinc as an antioxidant. Free Rad Biol Med 1990;8:281-91.
- Delaney SJ & Fascetti AJ. Applied Veterinary Clinical Nutrition. (ed. Fascetti AJ and Delaney SJ. ). 2012 chapter 14: Nutritional Management of Hepatobiliary Diseases
- Pibot P, Biourge V, Elliott D, enciclopedia della nutrizione clinica del cane, 2007, capitolo 4
- Pradhan SC, Girish C. Hepatoprotective herbal drug, silymarin, from experimental pharmacology to clinical medicine. Indian J Med Res 2006;124:491-504


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