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El papel de la fibra en el síndrome del intestino irritable.


miércoles 16 octubre 2024


El papel de la fibra en el síndrome del intestino irritable

El síndrome del intestino irritable (irritable bowel syndrome o IBS) es un trastorno intestinal que provoca diarrea en el intestino grueso. En el perro, es un trastorno aún poco definido y representa el equivalente canino del síndrome del intestino irritable en los humanos, una entidad patológica caracterizada por dolor abdominal asociado con alteraciones en la motilidad gastrointestinal, en la que no se han identificado lesiones histológicas significativas y se han descartado agentes etiológicos causales

En la medicina humana, también se ha denominado colon espástico, colon nervioso o colitis espástica, indicando que el problema es principalmente de tipo funcional. En los humanos, es uno de los trastornos gastrointestinales más comunes, afectando entre el 12% y el 15% de la población adulta, con una mayor prevalencia en mujeres.

Se cree que en los animales domésticos es mucho menos común que en los humanos; sin embargo, en los perros parece representar entre el 5% y el 17% de todos los trastornos del intestino grueso, mientras que aún no se ha reconocido en los gatos.

En el perro, el IBS también se clasifica como un trastorno funcional, ya que en los individuos afectados la colonoscopia y el examen histológico no muestran ninguna alteración en el colon, y su etiología sigue siendo desconocida. Entre las teorías más aceptadas se encuentra la que sugiere una alteración motora o sensorial del colon, y algunos estudios indican que los desequilibrios en los neurotransmisores podrían estar involucrados en la patogénesis del IBS. El estrés psicológico también parece desencadenar la hipermotilidad del colon, lo que hace que el IBS sea una causa frecuente de diarrea en el intestino grueso, especialmente en perros jóvenes, hiperactivos o estresados.

Los perros con esta afección suelen presentar episodios intermitentes de diarrea con características típicas de diarrea del intestino grueso: heces con moco asociadas a tenesmo, flatulencia y dolor abdominal. En algunos casos, también puede haber hematoquecia. Sin embargo, los síntomas varían de un individuo a otro y pueden cambiar de un episodio a otro.

Además, en algunos casos, los signos gastrointestinales pueden estar asociados con factores de estrés como cambios en el entorno doméstico (ansiedad del propietario, la llegada de un nuevo animal o miembro de la familia), exhibiciones, trabajo o viajes.

Dado que se trata de una patología difícil de diagnosticar, antes de realizar un diagnóstico de IBS en un paciente, sería recomendable descartar todas las demás posibles causas de diarrea en el intestino grueso.

El manejo dietético de los pacientes con colon irritable puede no controlar completamente esta afección, pero puede ayudar a reducir la frecuencia y gravedad de los síntomas, especialmente si se asocia con terapia médica y la reducción de factores que pueden causar estrés en el animal.

El principal factor nutricional clave en el manejo del IBS es la fibra alimentaria. Actúa sobre la motilidad intestinal, el volumen y el contenido de agua de las heces, el tiempo de tránsito gastrointestinal y la composición de la microbiota intestinal.

Algunos estudios científicos sugieren que la mayoría de los pacientes experimentan una mejora clínica después de aumentar la cantidad de fibra en la dieta.

Sin embargo, como sabemos, no todas las fibras son iguales, y la elección de la fibra y su cantidad en la dieta de un paciente con IBS debe evaluarse cuidadosamente según los síntomas, el individuo, la dieta actual y la respuesta clínica a la terapia dietética.

La fibra soluble generalmente mejora la calidad y consistencia de las heces, aumenta la producción de butirato (útil para la salud de los colonocitos), pero no actúa eficazmente sobre la motilidad intestinal, donde la fibra insoluble es más efectiva. Esta última, al absorber agua, aumenta la masa fecal y la motilidad intestinal.

Para obtener más información sobre los tipos de fibra y su contenido en algunos alimentos, se recomienda leer el siguiente artículo: El uso de la fibra alimentaria en los animales domésticos.

La mayoría de los pacientes parecen responder con una mejora clínica al recibir dietas que contienen entre un 1% y un 5% de fibra soluble en base a la materia seca, y/o entre un 10% y un 15% de fibra insoluble en base a la materia seca.

Sin embargo, no es fácil conocer el porcentaje exacto de fibra soluble e insoluble en los alimentos individuales, y en la mayoría de los casos solo se conoce la cantidad total de fibra alimentaria que contienen.

En estos casos, puede ser apropiado diseñar un plan nutricional que contenga un nivel de fibra total (mezcla de insoluble y soluble) entre el 5% y el 10% en base a la materia seca.

Cuando se elige una dieta comercial para un paciente con síndrome del intestino irritable, es importante seleccionar un alimento en el que la fibra cruda (el único dato presente en la etiqueta) sea aproximadamente del 8% en base a la materia seca.

Es importante recordar que el valor proporcionado en la composición analítica de la etiqueta no se refiere a la materia seca, sino al peso bruto, y que para conocer el contenido de fibra cruda en base a la materia seca, es necesario convertir el valor utilizando la siguiente fórmula:

% de fibra cruda en base a materia seca = % de fibra cruda en base a peso bruto x 100 / 100 - % de humedad del producto

Para evaluar el contenido de fibra soluble e insoluble, es necesario revisar la lista de ingredientes. Las principales fuentes de fibra insoluble son la celulosa, las ligninas y las cáscaras de cacahuete, mientras que las pectinas de manzana y cítricos, las gomas y el psyllium proporcionan principalmente fibra soluble.

El salvado de arroz, avena o trigo, las fibras o la cáscara de soja, la fibra de guisantes y la pulpa de remolacha son fuentes de fibra mixta, ya que contienen tanto fibra soluble como insoluble y se utilizan ampliamente en la alimentación de animales con IBS, ya sea en alimentos comerciales que las contienen o en dietas caseras personalizadas.

En algunos casos, puede ser necesario mantener la dieta previa del animal y simplemente añadir fuentes de fibra para aumentar el contenido de fibra insoluble o soluble.

Bibliografía:
- MS Hand, CD Thatcher, RL Remillard, P Roudebush & BJ Novotny. Small Animal Clinical Nutrition, 5ª edición. 2010, capítulo 63.


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