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Requerimiento energético, Patologías, Terapia de dieta

La correcta evaluación nutricional del paciente con neoplasia.


miércoles 25 junio 2025


La correcta evaluación nutricional del paciente con neoplasia

Un paciente afectado por una neoplasia puede presentar alteraciones importantes en su estado nutricional, y su tratamiento debe formar siempre parte del enfoque terapéutico. De hecho, numerosos pacientes oncológicos presentan lo que se denomina "caquexia neoplásica"

La caquexia neoplásica es un complejo síndrome paraneoplásico caracterizado por una pérdida progresiva de peso, que se manifiesta a pesar de que el animal ingiera una cantidad aparentemente adecuada de calorías.

Tanto en personas como en perros y gatos, puede clasificarse en dos categorías principales, según la causa subyacente: primaria o secundaria.

La caquexia secundaria se debe a alteraciones funcionales que no son necesariamente específicas de la enfermedad neoplásica, pero que provocan una modificación en la ingesta de alimentos, en la digestión o en la absorción de los nutrientes. Por ejemplo, los tumores que afectan el tracto gastrointestinal pueden interferir con la digestión y absorción, o los tratamientos con quimioterapia o radioterapia pueden provocar una menor ingesta alimentaria debido al desarrollo de náuseas o vómitos en el animal.

La caquexia primaria, por el contrario, es un síndrome aún no completamente comprendido, típicamente presente en personas y animales con tumores malignos, y que con frecuencia no puede resolverse simplemente aumentando la ingesta calórica del paciente.

La causa de esta caquexia parece estar relacionada con alteraciones del metabolismo de los lípidos, proteínas y carbohidratos inducidas por la propia neoplasia, lo cual genera una ineficiencia en la utilización de la energía.

Estudios recientes relacionan estos cambios metabólicos con la acción de diversos mediadores inflamatorios que ejercen efectos de amplio espectro sobre el metabolismo energético y proteico.

La interleucina-1alfa, IL-1beta, IL-6, el factor de necrosis tumoral-alfa (TNF-α) y el interferón gamma (IFN-γ) han sido todos considerados posibles responsables de la producción de las alteraciones bioquímicas o metabólicas típicas de la caquexia neoplásica primaria.

Además, en algunos perros con neoplasias se han identificado anomalías metabólicas como el aumento de las concentraciones séricas de insulina y lactato, alteraciones de los perfiles de lipoproteínas, aumento de la excreción urinaria de nitrógeno y disminución de la síntesis proteica corporal. Estos cambios parecen estar relacionados con un aumento del gasto energético del paciente y de sus requerimientos energéticos en reposo, lo cual podría constituir la causa de la caquexia neoplásica.

Sin embargo, otros estudios han demostrado un gasto energético normal o incluso disminuido en animales con tumores y caquexia asociada, por lo que se necesitarían más investigaciones para esclarecer mejor la relación entre la caquexia primaria y el gasto energético.

Clínicamente, la caquexia neoplásica se manifiesta mediante una pérdida progresiva de peso en el animal, que afecta tanto la masa grasa como la masa magra, comprometiendo de forma significativa las reservas proteicas del organismo.

Esto provoca no solo un empeoramiento de la calidad de vida del paciente, sino que, en medicina humana, la caquexia neoplásica se ha asociado a una menor respuesta al tratamiento y a una reducción en los tiempos de supervivencia.

Cuando un veterinario examina a un paciente con neoplasia, debe realizar una evaluación exhaustiva del estado nutricional y metabólico del mismo, lo cual, en conjunto con una buena anamnesis, puede ayudar a determinar si el paciente presenta caquexia neoplásica, si es hipermetabólico o si la pérdida de masa magra se debe a otros mecanismos, o como suele suceder, si la caquexia está causada simultáneamente por un aumento del requerimiento energético, una alteración metabólica y una reducción en la ingesta de alimentos.

Además, es fundamental descartar la presencia de otras patologías que pueden provocar caquexia, como la diabetes mellitus, las miocardiopatías, las nefropatías o el hipertiroidismo.

Además del índice de condición corporal (BCS), se debe valorar con atención también el índice de condición muscular (MCS) del animal, mediante la palpación de la musculatura sobre la columna vertebral, la escápula, los miembros posteriores y el cráneo, para evaluar cuánta masa magra ha perdido el paciente.

Por lo tanto, al animal se le debe asignar, además del BCS, un valor correspondiente a su condición muscular.

La FEDIAF propone una tabla para la asignación del MCS con una puntuación que varía de 0 a 3:

0 - Animal con pérdida muscular severa. Esta puntuación debe asignarse a animales en los que, al palpar sobre la columna vertebral, las escápulas, el cráneo o las alas del ilion, se detecta una masa muscular gravemente disminuida.

1 - Animal con pérdida muscular moderada. Esta puntuación debe asignarse a animales con masa muscular moderadamente reducida en las zonas antes mencionadas.

2 - Animal con leve reducción de la masa muscular. Corresponde a una disminución ligera en la masa muscular detectable mediante palpación.

3 - Animal con masa muscular normal. La palpación no revela anomalías en la masa muscular en las zonas indicadas.

Además de la evaluación del MCS y BCS, el paciente debe someterse a análisis hematobioquímicos completos para poder enmarcar la posible presencia y gravedad de la caquexia neoplásica.

En medicina humana, la caquexia neoplásica se divide en tres fases, que presumiblemente podrían aplicarse también a perros y gatos. La primera fase se caracteriza por la ausencia de signos clínicos, pero con la presencia de alteraciones bioquímicas como el aumento de los niveles de lactato e insulina en sangre, así como cambios en los perfiles lipídico y aminoacídico. Los signos clínicos aparecen en la segunda fase, en la cual el paciente comienza a perder peso rápidamente y presenta anorexia y depresión. En la fase final, la pérdida de las reservas lipídicas y proteicas es muy marcada, el paciente está gravemente debilitado y los análisis bioquímicos muestran un balance nitrogenado negativo.

Si no se trata adecuadamente, es la caquexia neoplásica la que conduce a la muerte del animal más que la neoplasia en sí.

En este punto, el veterinario debe ser capaz de determinar si el animal necesita un soporte nutricional específico en función de su patología.

En cualquier caso, siempre se debe calcular el requerimiento energético para evitar que el animal, aunque se encuentre en buen estado nutricional en el momento de la consulta, experimente una pérdida de peso.

Algunos autores recomiendan multiplicar el requerimiento energético de mantenimiento por un factor de corrección relacionado con la enfermedad y con la caquexia, que puede variar entre 1,1 y 1,4 según la gravedad de esta última.

Este enfoque puede ser válido, pero debe ir acompañado de un seguimiento cuidadoso del peso del paciente y de los posibles efectos secundarios derivados de una sobrealimentación.

A continuación, es necesario decidir si la dieta del paciente requiere también un cambio en su contenido nutricional.

De hecho, no todos los animales con neoplasia necesitan una dieta específica.

Los animales que presentan una buena condición corporal y un estado nutricional adecuado, si ya están consumiendo una dieta completa, equilibrada y de alta calidad, pueden continuar con su ración habitual, ajustando únicamente la cantidad si es necesario, hasta que exista una razón objetiva o un cambio en su estado que requiera modificar también el contenido de la dieta.

El veterinario debería considerar la posible suplementación con ácidos grasos omega 3 y/o antioxidantes, que pueden contribuir a reducir los signos clínicos asociados a las neoplasias.

De estas suplementaciones y de los posibles ajustes en la distribución de calorías entre proteínas, grasas e hidratos de carbono en animales con caquexia neoplásica hablaremos con más detalle en los próximos artículos (La dieta en los pacientes oncológicos).

BIBLIOGRAFÍA:
- Case L.P., Daristotle L. et al. Canine and Feline Nutrition. Third edition. Chapter 36
- Delaney SJ & Fascetti AJ. Applied Veterinary Clinical Nutrition, 2012, capítulo 19
- MS Hand, CD Thatcher, RL Remillard, P Roudebush & BJ Novotny. Small Animal Clinical Nutrition, 5th edition, 2010, capítulo 30


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