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Antioxidantes: qué son, cuáles son y cuándo utilizarlos.


miércoles 30 abril 2025


Antioxidantes: qué son, cuáles son y cuándo utilizarlos

La oxidación se define como una reacción mediante la cual un elemento, al oxidarse, cede uno o dos electrones a otra sustancia que experimenta una reducción. Los agentes que se definen como oxidantes son aquellas moléculas que, al reducirse al recibir un electrón de otra molécula, provocan la oxidación de esta última

Durante las reacciones bioquímicas que ocurren normalmente en el organismo se producen los llamados radicales libres, es decir, moléculas altamente reactivas que contienen al menos un electrón desapareado en su orbital externo y que, para "estabilizarse", sustraen electrones de átomos vecinos para equilibrar su carga electromagnética. Una de las consecuencias de este mecanismo es la producción adicional de otras moléculas inestables, desencadenando una reacción en cadena que, si no es adecuadamente compensada por el organismo, puede dañar las células.

Los mecanismos mitocondriales de respiración celular, fundamentales para la producción de energía, están entre los principales generadores de radicales libres, conocidos como ROS (especies reactivas de oxígeno), entre los cuales se incluyen el anión superóxido y el peróxido de hidrógeno.

La producción de radicales libres es un mecanismo fisiológico importante para el organismo, ya que desempeñan un papel esencial en la comunicación intracelular, en la expresión génica y en la defensa contra agentes patógenos como bacterias y virus.

Sin embargo, cuando se producen en exceso pueden causar daños a las células.

El organismo dispone de varios mecanismos naturales para desintoxicar las células de los radicales libres, como la producción endógena de antioxidantes o la acción de la enzima superóxido dismutasa, pero existen algunas situaciones en las que estos mecanismos no logran compensar la sobreproducción de sustancias oxidantes, dando lugar a lo que se conoce como estado de "estrés oxidativo".

Los ácidos grasos, especialmente los insaturados, son las principales moléculas de las cuales los radicales libres intentan sustraer electrones, a través de un proceso denominado peroxidación lipídica. A su vez, mediante un mecanismo en cadena, los lípidos que han perdido electrones intentan estabilizarse "robando" más electrones a moléculas vecinas, y cuando los lípidos involucrados son los de las membranas celulares, pueden llegar a afectar las proteínas del núcleo y el ADN.

Los antioxidantes son sustancias capaces de inhibir la oxidación de otras moléculas, impidiendo que los radicales libres desencadenen aquellas reacciones en cadena antes mencionadas que pueden causar daños tisulares y celulares, y por tanto desempeñan un papel fundamental en la reducción del "estrés oxidativo".

La administración de moléculas con acción antioxidante debe considerarse siempre que el organismo se encuentre en un estado de "estrés oxidativo".

Su uso no debe reservarse únicamente a animales con patologías, sino que también puede recomendarse en otros casos, como en perros atletas o en animales geriátricos.

Durante el ejercicio físico se produce un notable aumento del consumo de oxígeno y, en consecuencia, de la producción de aniones superóxidos. Aunque un entrenamiento adecuado ayuda al organismo a regular mejor los mecanismos antioxidantes endógenos, si la actividad física del animal es especialmente intensa, estos mecanismos pueden no ser suficientes, y la suplementación alimentaria con antioxidantes parece reducir el riesgo de que el organismo sufra estrés oxidativo.

Además, la mayoría de las dietas para perros atletas contienen una elevada cantidad de lípidos. En estos casos, la necesidad de administrar vitaminas con acción antioxidante aumenta en función de la cantidad de grasas presentes en la ración diaria, sobre todo si el alimento debe conservarse durante cierto tiempo.

De hecho, hay que recordar que el uso de estas moléculas en las dietas para animales de compañía, especialmente en alimentos comerciales, no tiene como único objetivo proporcionar antioxidantes al animal, sino también prevenir la oxidación de las grasas contenidas en el alimento, evitando así su enranciamiento.

En los animales geriátricos, el uso de antioxidantes puede tener una doble función: por un lado, retrasar el envejecimiento celular y las disfunciones cognitivas; por otro, apoyar adecuadamente su sistema inmunológico.

En cuanto a los animales con patologías, el uso de antioxidantes como coadyuvantes en los tratamientos dietéticos y farmacológicos ha sido estudiado para diversas enfermedades, entre ellas la enfermedad renal crónica, la osteoartritis, las hepatopatías y la obesidad. Mientras que en otras patologías, como la diabetes felina, los estudios siguen siendo limitados, aunque es probable que estas moléculas puedan ser útiles también en animales que padecen esta enfermedad.

Pero ¿cuáles son los principales antioxidantes que pueden utilizarse en animales de compañía?

Sin duda, la vitamina E es una de las más estudiadas y utilizadas. Con el término "vitamina E" se hace referencia a un grupo de compuestos químicamente afines que poseen la misma actividad, aunque con distinta intensidad. Esta ejerce su acción antioxidante dificultando la peroxidación lipídica mediante un mecanismo de estabilización y protección de los ácidos grasos insaturados.

La cantidad de vitamina E a integrar varía según el animal, la eventual patología presente, así como el contenido de selenio y ácidos grasos poliinsaturados de la dieta. Si, por ejemplo, se utilizan suplementos de omega 3, la cantidad de vitamina E administrada al animal debe incrementarse.

Actualmente no existen publicaciones sobre la toxicidad de la vitamina E en perros ni sobre un límite máximo que pueda ser administrado. Sin embargo, el NRC sugiere como límite superior un nivel de 1000 UI por kg de materia seca del alimento o de 45 UI por kg de peso corporal del animal, a pesar de que existe un estudio en el que perros alimentados durante 17 semanas con un alimento que contenía 2000 UI por kg de materia seca no presentaron ninguna reacción adversa.

Otra vitamina frecuentemente utilizada como antioxidante es la vitamina C. Esta actúa neutralizando los radicales libres y evitando que utilicen electrones de otras moléculas para estabilizarse. Además, permite la regeneración de la vitamina E oxidada.

El perro y el gato son capaces de sintetizar esta vitamina, por lo que no se considera esencial para estas especies. Sin embargo, dado que esta capacidad de síntesis es bastante limitada, su suplementación en animales con estrés oxidativo puede ayudar a reducir los efectos negativos de los radicales libres. No obstante, hay que prestar atención a la cantidad administrada, ya que una dosis excesiva de esta vitamina puede inducir una disminución del pH urinario. En humanos se ha demostrado que una ingesta prolongada de ácido ascórbico en dosis superiores al límite máximo recomendado aumenta la excreción urinaria de oxalato y, en consecuencia, el riesgo de formación de cálculos.

Cuando se necesita aumentar la actividad antioxidante del organismo, se debe evaluar cuidadosamente la dosis de selenio suministrada con la dieta. Este mineral es un componente de la glutatión peroxidasa, una enzima que protege al cuerpo del estrés oxidativo catalizando la reducción del peróxido de oxígeno y de los hidroperóxidos orgánicos. Además, es capaz de potenciar el efecto antioxidante de la vitamina E.

Sin embargo, es importante recordar que existen límites máximos establecidos por FEDIAF para el selenio, por encima de los cuales puede resultar tóxico, especialmente cuando se administra en forma inorgánica.

Otras sustancias que pueden utilizarse como antioxidantes son los carotenoides y el ácido alfa-lipoico. Los primeros, debido a su particular estructura molecular, son capaces de unirse y eliminar radicales libres; sin embargo, en medicina veterinaria los estudios realizados sobre estas moléculas se han centrado más en sus beneficios como inmunomoduladores que en su acción antioxidante.

El ácido alfa-lipoico tiene como principal función ayudar a la "regeneración" de otras moléculas antioxidantes mediante reacciones de óxido-reducción.

En conclusión, cuando un médico veterinario considera necesario el uso de antioxidantes, debe evaluar cuáles utilizar y en qué dosis. Lo ideal es no elegir una sola molécula para administrar en dosis elevadas, sino utilizar una combinación de varios antioxidantes en dosis más bajas. De hecho, cada molécula antioxidante actúa de manera diferente, y muchas veces el uso combinado de estas sustancias potencia el efecto de cada una de ellas.

BIBLIOGRAFÍA
- MS Hand, CD Thatcher, RL Remillard, P Roudebush & BJ Novotny. Small Animal Clinical Nutrition, 5ª edición. 2010, capítulo 7
- Delaney SJ & Fascetti AJ. Applied Veterinary Clinical Nutrition, 2012


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