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El perro y la capacidad de digerir los almidones.


miércoles 5 noviembre 2025


El perro y la capacidad de digerir los almidones

Entre las preguntas más frecuentes que algunos propietarios plantean a los nutricionistas veterinarios se encuentra si el perro es realmente capaz de digerir los carbohidratos. En realidad, la pregunta correcta sería si el perro es capaz de digerir el almidón

Esto se debe a que las fibras también se incluyen dentro de los carbohidratos, pero no pueden ser digeridas por las especies monogástricas.

La clasificación de los carbohidratos, de hecho, divide estos nutrientes en dos grandes grupos: aquellos potencialmente digeribles por enzimas endógenas y aquellos indigeribles que, en cambio, pueden ser potencialmente fermentados por la microflora intestinal.

Los carbohidratos digeribles incluyen azúcares y almidones, mientras que los no digeribles comprenden polisacáridos no amiláceos, almidón resistente y oligosacáridos no digeribles que, junto con la lignina, se agrupan en lo que se define como "fibra dietética o alimentaria".

La fibra dietética se diferencia del almidón y del glucógeno porque presenta enlaces de tipo beta que no son hidrolizados por las enzimas digestivas secretadas por el páncreas y liberadas a nivel duodenal.

El almidón, por el contrario, polímero de la alfa-glucosa, puede ser escindido por la enzima alfa-amilasa en monosacáridos que posteriormente pueden ser absorbidos a nivel intestinal.

Está constituido por dos fracciones: la amilosa y la amilopectina. La amilosa está formada por moléculas de glucosa que establecen una cadena lineal, mientras que en la amilopectina las cadenas de glucosa forman una estructura ramificada.

El almidón está siempre compuesto tanto por amilopectina como por amilosa, pero la proporción entre ambas fracciones varía en los distintos tipos de almidón, condicionando su digestibilidad y su índice glucémico. En general, el almidón de los cereales y de los principales tubérculos contiene entre un 15-30% de amilosa y un 70-85% de amilopectina. Cuanto mayor es el contenido de amilosa (en comparación con la amilopectina), menor es la velocidad y la facilidad de digestión del almidón y, en consecuencia, menor es su índice glucémico. La razón radica en la mayor dificultad que presenta la enzima alfa-amilasa para actuar sobre la forma química lineal de la amilosa respecto a la estructura ramificada de la amilopectina.

La digestión del almidón, en el ser humano, comienza en la boca gracias a la acción de la ptialina (o amilasa salival), que escinde los polisacáridos complejos (como el almidón) en polisacáridos de estructura más simple, los cuales serán posteriormente reducidos a monosacáridos en el intestino por la alfa-amilasa pancreática.

En el perro, en cambio, la amilasa salival está casi completamente ausente y la misma amilasa pancreática presenta una actividad inferior a la observada en otras especies.

En consecuencia, el perro digiere el almidón con menor eficiencia que el ser humano, pero esto no significa que no sea capaz de digerirlo ni que su presencia en la dieta carezca de relevancia nutricional.

De hecho, aunque no existan indicaciones de requerimientos específicos de carbohidratos para los perros, algunos estudios han demostrado que la presencia de carbohidratos en la dieta de esta especie permite preservar otras fuentes energéticas (proteínas y lípidos), especialmente en fases específicas de la vida (como la gestación o la lactancia).

Algunos estudios han analizado el gen AMY2B, necesario para la codificación de la enzima alfa-2B-amilasa, cuantificando el número de copias de este gen presentes en el perro y en el lobo, con el objetivo de demostrar cómo la domesticación del perro ha conducido realmente a una serie de modificaciones genéticas orientadas a permitir una mayor digestión del almidón en el perro respecto al lobo.

Un primer estudio (Axelsson E. et al.), cuantificando el número de copias de AMY2B en 136 perros y 35 lobos, mostró que en el perro se produjo un aumento medio de 7,4 veces en el número de copias de este gen respecto al lobo.

Además, para evaluar si este cambio correspondía efectivamente a una diferencia en la actividad de la amilasa, se comparó la expresión del gen AMY2B en el páncreas del perro y del lobo, y se cuantificó la actividad de la amilasa en suero congelado y fresco.

La expresión media de este gen en el páncreas del perro resultó ser 28 veces superior a la del páncreas del lobo y la actividad de la amilasa en el suero de los perros fue 4,7 veces superior respecto a la del lobo.

Finalmente, en el mismo estudio, se observó también una modificación en el gen que codifica la producción del cotransportador sodio-glucosa SGLT1, el transportador presente en el borde en cepillo de las vellosidades intestinales que permite la absorción del glucosa a nivel intestinal.

Esta modificación probablemente permitió a los perros adquirir una mayor capacidad de absorción de glucosa respecto al lobo.

Los autores concluyeron que estos análisis constituyen prueba de que la domesticación del perro estuvo acompañada por una selección de genes con funciones clave en la digestión del almidón, permitiendo a los antepasados de los perros modernos adaptarse a dietas ricas en almidón.

Un segundo estudio (Arendt M. et al.) trató de esclarecer si este cambio estuvo asociado simplemente a la domesticación o si dependió del posterior desarrollo de la agricultura, que condujo al ser humano a un aumento significativo del consumo de almidón y que pudo haber influido también en los perros domesticados.

Para ello se analizaron las copias de AMY2B en 221 perros, algunos nativos de diferentes regiones del mundo y otros pertenecientes a razas específicas con distintos orígenes geográficos, con el objetivo de determinar si, de algún modo, existía una mayor capacidad de digerir el almidón en aquellos perros procedentes de zonas donde la agricultura se desarrolló con mayor intensidad durante la prehistoria.

Los perros nativos fueron seleccionados de zonas rurales en las que prácticamente no había llegado la introducción de perros de otras regiones, con el fin de aumentar la probabilidad de que representaran verdaderamente las poblaciones originarias del lugar, mientras que a los perros de raza se les asignó un origen geográfico según la Fédération Cynologique Internationale.

El análisis de los resultados mostró diferencias significativas en el número de copias de AMY2B según el lugar de origen o de la raza.

En particular, el número de copias de este gen presentó una distribución bimodal: los perros originarios de regiones donde la agricultura se practicaba en época prehistórica poseían un número significativamente mayor de copias de AMY2B respecto a los perros de otras zonas.

Los perros procedentes de Australia, Asia ártica y América ártica presentaron números de copias notablemente inferiores respecto a los provenientes de regiones más centrales del globo, como Europa, África y la parte no ártica de Asia.

Esto permitió a los autores concluir que la mayor capacidad de digestión del almidón en los perros fue influida probablemente en mayor medida por la expansión de la agricultura prehistórica que por la domesticación del perro en sí.

Más allá de las conclusiones de los autores, este estudio puede ser útil también para los nutricionistas veterinarios cuando elaboran planes nutricionales para perros de raza.

Evaluar si un sujeto pertenece a una raza que probablemente posee una mayor capacidad de digerir el almidón, o a una raza con una menor expresión génica de AMY2B, debería influir en la decisión de si incluir y en qué cantidad incluir almidón en su dieta.

Entre las razas que han mostrado un menor número de copias de AMY2B encontramos al Greenland Dog, Siberian Husky, Samoyedo, Chow-Chow y Shiba Inu, mientras que entre aquellas con un mayor número de copias se encuentran el English Springer Spaniel, German Shepherd, Rottweiler, Border Collie, Golden Retriever y Beagle.

En una posición intermedia se encuentran el Boxer, Chihuahua y Bearded Collie.

Sin embargo, es importante subrayar que dentro de una misma raza se ha observado una variabilidad dependiente del individuo.

BIBLIOGRAFÍA:
- Arendt M, Cairns KM, Ballard JW, Savolainen P, Axelsson E. Diet adaptation in dog reflects spread of prehistoric agriculture. Heredity (Edinb). 2016 Nov;117(5):301-306. Epub 2016 Jul 13.
- Axelsson E, Ratnakumar A, Arendt ML, Maqbool K, Webster MT, Perloski M, Liberg O, Arnemo JM, Hedhammar Å, Lindblad-Toh K. The genomic signature of dog domestication reveals adaptation to a starch-rich diet. Nature. 2013 Mar;495(7441):360.
- G. Biagi, B. Chiofalo, M.I. Cutrignelli, A. De Angelis, E. Fusi, G. Meineri, L. Prola, R. Ricci, M. Sandri. Nutrizione e alimentazione del cane e del gatto. Edagricole 2021.


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